Empecé la carrera sin saber lo que esperaba y, cuando ya estaba convencida de haberme equivocado, apareció la neuropsicología. Fue amor a primera vista, porque me permitió encajar dos cosas que a menudo parecen contradictorias: la pura neurociencia y la complejidad del ser humano en su contexto.

Estoy especializada en evaluación y me formé inicialmente en el ámbito hospitalario, por lo que mi primer contacto fue con las patologías neurológicas. Sin embargo, con el tiempo empecé a ver que, fuera del sistema sanitario, el sufrimiento por no entender “quién soy” y “por qué me pasa esto” cogía otras formas totalmente diferentes. De ahí surgió más tarde mi interés por las neurodivergencias, primero en niños y posteriormente en adultos, donde no todo es tan obvio.
Para mí, la evaluación es un rompecabezas, y por supuesto me encantan los puzles. Una prueba de lápiz y papel puede dar información sobre cómo una persona hace las cosas, por qué las hace y cómo encaja eso con su contexto, su historia de desarrollo y sus inquietudes. Solo hay que saber dónde y cómo mirar.
A través de la neuropsicología, por tanto, intento darle sentido a la realidad de cada persona que decide confiar en mí para arrojar algo de luz sobre las necesidades en las cuales hay que trabajar en cada una de las áreas de la vida.
Actualmente, combino mi trabajo en el servicio de neurología del Hospital Germans Trias i Pujol, que me permite continuar aprendiendo sobre enfermedades neurodegenerativas y otras condiciones neurológicas, con la práctica privada, donde puedo seguir descubriendo los matices de la neurodivergencia.
En cuanto podamos, nos pondremos en contacto contigo para darte el apoyo que necesitas.